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3 de octubre de 2009

La Victoria de Úrsula: Entrevista a Nacho Ruipérez y Julio Martí Entrevistamos a los directores de La Victoria de Úrsula

Puede que los nombres de Nacho Ruipérez y Julio Martí no os resulten conocidos pero si decimos que estamos hablando de las mentes pensantes detrás de uno de los cortometrajes españoles mas ambiciosos y prometedores de los últimos años no estamos equivocándonos. Bajo la producción de Cristian Guijarro y con un elenco de actores consagrados como Terele Pavez o Jack Taylor, La Victoria de Úrsula se presenta como candidata a volver a darle un nuevo empujón al mundo del cortometraje. Hablamos con ellos sobre este prometedor corto.




Ante todo, gracias por responder a nuestras preguntas. La primera es la más obvia de todas. Como nace la idea de un cortometraje fantástico ambientado en la postguerra española.

Nace de la necesidad de hacer un “cine de género” en nuestro país. Desde pequeños hemos sido fans de las películas clásicas de terror o del llamado “cine de lo fantástico”. Una de las películas que más hemos comentado entre ambos directores es “Al final de la escalera” de Peter Medak, con guión de William Gray & Diana Maddox. O “El Resplandor” de Stanley Kubrick, sin duda una de las mejores películas del horror o del llamado terror psicológico. Nos atraen aquellas películas que seducen por su plástica visual, siempre y cuando exista una buena historia detrás. Si la historia no resulta atractiva para el espectador, ya puedes imprimir cohetes de mil colores en el celuloide que la película seguramente no interesará a nadie. Para “La Victoria de Úrsula” nos planteamos un universo cercano al cuento. Formalmente podría tratarse perfectamente de un “mundo Grimm”. Sin embargo, al ubicarse la historia en la posguerra y el drama de los personajes ser tan realista, el contraste entre lo fantástico y el realismo es abismal, lo cual creemos que funciona desde el punto de vista narrativo. Fue por esto que nos inclinamos por hacer algo así, a pesar de que al principio estuvimos barajando otros episodios históricos como la Edad Media Alta, cosa que desestimamos pronto al encontrarnos con anacronismos salvajes entre el guión y la puesta en escena. Creemos que el mayor potencial de este cortometraje reside, precisamente, en la conjunción entre una estética muy atractiva y una potente historia que no dejará indiferente a nadie.

Nosotros ya conocemos el argumento de la historia. Pero… ¿Podríais contarles a nuestros lectores de que trata el cortometraje?

En realidad no se puede contar demasiado. Se trata de la historia de un secreto. Hemos subtitulado el cartel con una frase que reza “Toda gran familia esconde un gran secreto”. En efecto, se trata de una familia que en su día debieron ser gentes de alto linaje. Son los últimos coletazos de una generación anclada a sus rancias creencias morales. La protagonista es una adolescente que profana un cementerio justo en el arranque de la película. A partir de ahí, conoce a un extraño personaje que vive allí mismo, en una vieja cabaña, con la única compañía de su viejo perro y sus terribles recuerdos. Por encima de todo, a pesar de arrancar como una película de terror, se trata de una oda al amor, el amor generacional que surge cuando faltan nuestros seres más queridos. Es una reflexión sobre nuestras intolerancias y prejuicios y, sobre todo, una reflexión sobre la soledad que acaba por marcar las pautas de nuestro comportamiento. También del valor, aquello que somos capaces de hacer cuando creemos en algo firmemente. En este sentido la protagonista, Úrsula, bien podría ser una heroína del mundo del cómic.

¿Cuáles han sido vuestras mayores influencias a la hora de rodarlo?, ¿Habéis tenido en mente en algún momento alguna película determinada o alguna estética puntual que os guiara en todo momento?

Quizá, por poner un referente actual, “El Laberinto del Fauno” de Guillermo Del Toro, en cuanto a plástica visual se refiere. Pero tampoco hemos querido acercarnos demasiado a ninguna película en concreto. Al ambientarse en los años ’50 pueden aparecer algunas analogías con películas como la de Del Toro, que mezcló un episodio histórico (los maquis) con un universo fantástico. Pero en el caso de esta genial película el momento histórico es más bien un telón de fondo para presentar las fantasías procedentes de una atormentada niña. En “La Victoria de Úrsula”, sin embargo, los personajes atraviesan un conflicto que bien podría ser real en nuestros tiempos. Nuestra película es un drama basado en la profunda psicología de los personajes, la estética siempre queda relegada a un segundo orden. Como ya hemos dicho, una buena película es, ante todo, una buena historia.


Un presupuesto de 40.000 euros. El presupuesto medio de un cortometraje español se sitúa actualmente entorno a los 36.000 euros. Vosotros habéis empleado cromas. Desde luego parece un presupuesto muy ajustado. De ese montante económico, ¿Cuánto ha ido a parar a los efectos digitales y tratamientos de imagen varios?

Estaríamos hablando de cerca de un 40% del presupuesto y hemos conseguido reducirlo a esa cifra gracias a que LIZARD VFX ha apostado firmemente por el proyecto. Tengamos en cuenta que el cortometraje incluye planos con entornos virtuales, uso de 3D avanzado y un gran trabajo de truca y etalonaje. Pero desde un principio sabíamos que esto iba a ser así, si hubiéramos apostado por decorados o localizaciones reales el presupuesto se habría disparado y ni mucho menos lo podríamos haber rodado todo en 8 días.

¿Os habéis encontrado con muchas dificultades tanto a niveles administrativos (subvenciones, etc.) como logísticos para rodar el cortometraje? Cual ha sido la mayor dificultad a la hora de afrontar el proyecto.

Siempre te encuentras con dificultades, sobretodo cuando trabajas con un equipo de 50 personas, más de 150 planos y 8 días de rodaje en un plató de chroma en Medina del Campo, y todo lo que ello implica. Nosotros somos de Valencia, toda la preproducción de campo se ha llevado a cabo gracias a nuestra unidad de producción local, a la que tanto tenemos que agradecer. Ha habido que transportar todo el material de escenografía en varios camiones, desplazar al equipo técnico y alojarlo en un albergue, reviviendo los campamentos de verano de nuestra infancia.

En cuanto a la financiación: el cortometraje nace como un reto ‘crowdfunding’, por lo que gracias a las aportaciones individuales y al Premio de Medina ha salido adelante.

En vuestra página de Facebook decís que Ferran Brooks, vuestro director de fotografía va a emplear las técnicas más revolucionarias para plasmar todo el contenido fantástico de la historia. ¿Nos podríais explicar de qué técnicas estamos hablando?

Hemos rodado teniendo en cuenta un ajustado diseño de producción. Construimos partes de la escenografía, los props, el vestuario y el atrezzo durante algo más de 2 meses en nuestro taller. La técnica de los espacios virtuales corre a cargo de Ferran Brooks y su equipo de LIZARD VFX. Durante el rodaje trabajábamos rodeados de un sinfín de señales y “pelotitas fluorescentes” que se repartían entre las paredes y el suelo de los decorados. En algunos casos se trataba de “Tracking Points” y, en otros, de testigos cromáticos. Gracias a esta tecnología, el equipo de Ferran puede sincronizar durante el trabajo de la post-producción la imagen real (actores y decorados, así como efectos de sala) con la imagen virtual (mezcla de 3D, imagen fotográfica, maquetas e incluso minuciosos dibujos). En realidad no nos hemos inventado nada nuevo. Estos trucos llevan usándose en cine desde que Georges Méliès empezó a experimentar con el cinematógrafo. Son los mismos trucos visuales de siempre, tales como falsas perspectivas, superposición de elementos, máscaras… La ventaja que siempre nos beneficia a los nuevos realizadores es la siempre creciente tecnología. El secreto, bajo nuestro punto de vista, es el uso adecuado de esta tecnología: una película no será mejor película por incluir mayor número de efectos digitales, el efectismo ha de estar siempre sometido a la historia, nunca al contrario. Nos encontramos, a menudo, con películas geniales y en las que la técnica queda relegada al último plano en el presupuesto. Realmente no hace falta para contar una buena historia. De esto, Woody Allen sabe mucho. En nuestro caso, hacía falta contar con un muy buen diseño de producción en cuanto a la parte artística y técnica se refiere. Pero os podemos garantizar que siempre relegado al éxito de la historia que queremos contar. Queremos que la gente, después de ver “La Victoria de Úrsula”, además de disfrutar con las imágenes y los sonidos, vaya con una reflexión a su casa.


En el reparto además de Irene Ferrando, Sergio Caballero, Juan Verdú , Pepe Garrigós e Ivan Luis, incorporáis a dos pesos pesados: Por un lado a Terele Pávez, una de las mejores actrices españolas y Jack Taylor, una leyenda del cine fantástico. Como se consigue que dos actores como ellos se involucren en el cortometraje.

A Jack lo conocimos hace un año en el Festival de Cine de Dènia. En seguida pensamos en él para el personaje de El Empleado. Es perfecto, no sólo por su apariencia, sino por su gran experiencia como actor. Nos vino estupendo que fuera inglés, tal es así que adaptamos el personaje dándole un nuevo pasado anglosajón. Le interesó el personaje y la propuesta desde un principio, creo que conseguimos que se enamorara, igual que nosotros, del tema del cortometraje y de su universo onírico. El guión de “La Victoria de Úrsula” lleva más de dos años dando tumbos por distintos sitios. Con tanto tiempo, tienes muchas opciones de pasearte por festivales o hacer uso del teléfono para encontrar buenos actores. No hay que tener ningún miedo a acercarse a los grandes actores y pedirles si pueden salir en tu película. Si se tiene entre manos una buena historia es más probable que te escuchen, lo cual ya es mucho. El caso de Terele Pávez fue distinto, yo (Julio) ya había trabajado con ella en teatro y contactamos directamente. También teníamos claro que era perfecta para el personaje de Doña Elvira. Una de las cosas que, junto a la historia, más le atrajo del proyecto, fue la idea de encarnar un personaje muy alejado del rol a la que nos ha tenido acostumbrados. Terele es una actriz de carácter con un físico muy particular y en la que, en la mayoría de veces, la hemos visto como “la mala” de la película y, casi siempre, con personajes de baja clase social. Como ella mismo dice “ya era hora que fuera rica al menos en el cine”, jaja. Terele es, sin duda alguna, una de las mejores actrices de nuestro país y nos lo ha demostrado con creces, tanto por el inmejorable personaje que ha creado, como por su entrega al trabajo y su calidad humana. Pronto la podremos ver en una nueva serie de televisión y también, de nuevo, sobre los escenarios. Todavía le queda mucho por hacer y, realmente, ha sido un lujo trabajar tanto con ella como con el resto del reparto.


En el caso de Jack Taylor, va a ser galardonado en el próximo festival de Sitges con el premio Nosferatu 2009. ¿Se unió al proyecto antes de que se le concediera tan honorífico galardón o posteriormente?, ¿Qué sentisteis cuando conocisteis la noticia?

Nos enteramos justo mientras nos encontrábamos rodando con Jack, puesto que fue él mismo quien nos lo dijo. Su representante, José Marzilli, nos acompañó una jornada de rodaje y tuvimos el privilegio de comentar con él la posibilidad de hacer una presentación de “La Victoria de Úrsula” durante tal evento. Eso sería estupendo para darle un primer empujón al corto. Sería como un sueño. Sitges es uno de los mejores festivales, y le va como anillo al dedo al género con el que hemos trabajado. Jack se ha involucrado de pleno con nosotros desde el primer momento y hemos de agradecer profundamente su gran entusiasmo y la confianza que sigue depositando en nosotros.

Habladnos un poco de Irene Ferrando. La joven intérprete de 13 años que es la verdadera protagonista del cortometraje. Uno pudiera pensar que nos encontramos con otro caso similar a Ivana Baquero, que comenzó igual y acabó con un Goya bajo el brazo. ¿Cómo fue el proceso del casting que os llevó a descubrirla? Muchas veces la idea que tiene uno para un personaje, al final se diluye cuando se encuentra con la persona que imprime una perspectiva diferente al personaje. ¿Os sucedió con ella? ¿Creéis que la veremos dentro de unos años recogiendo un gran premio?

El caso de Irene Ferrando es una de esas cosas que te hacen creer en el Destino. Yo (Nacho) la conocí en un colegio donde daba clases de cine y teatro, Escuela 2, en Valencia. Entonces me encontraba metido en la preproducción de un largo coproducción con Cuba que finalmente no pudo llevarse a término, pero había en este proyecto un personaje para el cual, físicamente, Irene encajaba a la perfección. Entonces era sólo una niña, su mirada apenada y de rostro blanquecino. Su cabello de un pelirrojo imposible. Hablé con sus padres y nos dejamos los teléfonos, por si surgiera en el futuro otro proyecto en el que encajara. Y al cabo de los años vino “La Victoria de Úrsula”. Me acordé de Irene y rebusqué entre los papeles de la agenda. Finalmente fue gracias al susodicho colegio que la conseguí encontrar de nuevo. Fuimos a su casa con una videocámara e hicimos una primera lectura del guión. Entonces ya resultó fantástica. Pasó un año más hasta que conseguimos por fin poner en marcha el corto, con el miedo de que creciera demasiado para la edad que requería el personaje. Finalmente, obra del Destino nuevamente, hemos podido rodar con la edad perfecta e Irene a bordado su personaje. Trabajó mucho desde el principio y nos dejaba a todos boquiabiertos cada nuevo plano que rodábamos. No había hecho nada antes como actriz y, en ese sentido, ha sido importantísimo el trabajo realizado por su coach, Amparo Oltra, quien ha conseguido sacar de Irene desde el llanto hasta la naturalidad más plausible. Además, Irene ha tenido que pasar el verano sin tomar el sol –por lo que se bañaba en la playa con pantalón y mangas de camisa– para conservar el color de piel adecuado para el personaje, así como otros sacrificios como pasar horas seguidas bajo el agua para las secuencias de lluvia, arrastrarse por el barro… Todo ello sin quejarse de nada, demostrando una gran profesionalidad ¡que ya quisieran algunos actores consagrados! No sabemos si recogerá o no premios, pero desde luego se los merece y la animamos a que siga pugnando por ser actriz. (Julio) Cuando Nacho me llamó para codirigir juntos “La Victoria de Úrsula”, una de las primeras tareas fue la de repasar concienzudamente el cásting. Evidentemente el personaje de la niña era un peso pesado y que no podía fallar. Es un personaje muy importante, hilo de toda la historia y que debe convencer plenamente al espectador. Tras visionar los primeros 10 segundos de las imágenes que Nacho le había grabado a Irene, lo tuve claro: aquella niña era nuestra Úrsula.


En España siempre ha habido cierta fobia a la hora de tratar el tema de la guerra civil española y su postguerra. Parece un tabú en este país. Y si hablamos de cine fantástico, los temores se agudizan, es como si fuera un periodo, a pesar de lejano, intocable. Yo creo que dentro del género podría dar mucho de sí. ¿Cómo lo veis vosotros?

Todo puede dar de sí dentro del cine de ciencia ficción o de lo fantástico. Las posibilidades son infinitas. Una película como “Drácula”, de Francis Ford Coppola, mezcla elementos históricos, míticos, y del futuro. Ahí está la genialidad, en barajar las cartas en su justa medida para obtener una película veraz, interesante, entretenida… Que el público crea igual en su historia como si ocurriera aquí y ahora con personajes del aquí y ahora. Si tomamos como ejemplo películas que emplean el retrofuturismo como estilo narrativo, nos encontramos con “Blade Runner” o “Delicatessen” ambas películas –aunque bien distintas– perfectamente veraces desde el punto de vista del drama de los personajes y, sin embargo, enmarcadas en universos inexistentes y en épocas inciertas. Es cierto que ha habido unos años en los que el público se ha cansado de ver películas ambientadas en esta época y tal vez eso haya provocado una cierta saturación en el espectador. No creo que haya una fobia por tratar este tema sino un cansancio por parte del público en cuanto a productos repetitivos. Si bien es cierto que gracias a nuevos puntos de vista y a la introducción de nuevos géneros, un mismo tema puede dar mucho de sí. Ahí tenemos la impecable “El Laberinto del Fauno” o “El Espinazo del Diablo”.

El género fantástico en España siempre ha tenido mucha solera, siempre ha habido grandes proyectos, grandes películas, directores míticos y actualmente una renovación generacional que desgraciadamente no está llegando al público mayoritario. De ahí las típicas frases… “el cine español es una mierda” o… “el cine español solo habla de putas y maricones”. Y eso no es así. Al margen de que no considero el cine español en absoluto malo (tan bueno y malo como el resto de las industrias), ¿Por qué no se está fomentando más el rodaje de cine de género en España y suele quedar relegado habitualmente al mundo del cortometraje?

Suponemos que se trata de una cuestión de presupuesto, porque para nada creemos que sea un cine marginal o que no tenga éxito entre los espectadores de nuestro país o del extranjero. Películas como “El Laberinto del Fauno”, “Los Otros” o “El Orfanato” han llegado muy lejos y han hecho la taquilla que se merecían. El género ha existido toda la vida, pero falta “cultura de género” en todo caso. Son muchos años de “landismo” que aún pesan sobre nuestras espaldas… Chicho Ibáñez Serrador ya se manejaba “el género” como quería, y lo hacía con presupuestos no necesariamente astronómicos. Otro genio “del género” fue el gran Luis Buñuel, el surrealismo bebía mucho del fantástico. Como realizadores optimistas, creemos que poco a poco el panorama cambia y ese tipo de frases dilapidarias se alejan de la realidad cinematográfica española. Además, cada vez más se tiende a la coproducción con América Latina, con lo que conseguimos películas más sólidas desde el punto de vista de la producción. En cualquier caso, si alguien sigue creyendo que el cine español “…sólo habla de putas y maricones” es, o bien porque no ha visto suficiente cine español, o bien porque no ha visto suficientes películas buenas “de putas o maricones”, porque resulta que hay muchas estupendas. Y, si no, que se lo digan a Wilder. De todas maneras, también es cierto que hay mucho prejuicio asentado entre el público mayoritario en cuanto al cine español. El término “españolada” todavía es un arma muy fuerte contra la que, desgraciadamente, nos queda mucho con que luchar.

Me gustaría hablar un poco de la industria española del cortometraje. Existe una terrible paradoja. Fuera de nuestras fronteras, los cortometrajistas españoles tienen una enorme reputación, y sin embargo en España no se valora ese trabajo lo suficiente a pesar de ser una de las grandes potencias mundiales. ¿Qué demonios está sucediendo?, ¿Qué creéis que está fallando?

Puede que los temas que se tratan en un país, a veces, sean más atractivos fuera de ese país. Pedro Almodóvar gusta mucho fuera de España porque su imaginario vende muy bien la “cultura popular española”. Aquí, hemos estado enamorados de una cultura china gracias a las películas de Wong Kar-wai. Es de suponer que el público de un país se satura de imágenes o temas propios de ese país. Fuera, sin embargo, no llegan todos los largos o los cortometrajes, y los que llegan gustan porque para los espectadores siempre es más novedoso. Con el anterior corto que dirigí (Nacho) sucedió algo parecido, narraba una historia cómica que iba desde los años posteriores a la Guerra Civil hasta principios de los ’90, representaba a la España más carpetovetónica desde un punto de vista crítico e irónico. Eso atrajo mucho en otros países, sobre todo en comunidades latinoamericanas. En España no tuvo el mismo éxito. Hasta cierto punto, puede parecer normal. Es por ello que tenemos que esforzarnos los guionistas y realizadores en mantener un equilibrio: no se trata de rechazar los temas propios de nuestra cultura, pero tampoco deberíamos abusar o corremos el riesgo de que el espectador “se sature” y deje de ir a vernos.


Además, es curioso, porque muchos cortometrajistas son premiados y aplaudidos en Europa y Estados Unidos, recibiendo incluso nominaciones al Oscar al mejor corto de ficción o premios en festivales tan prestigiosos como el de Sundance y llegan aquí y se encuentran con… ¿nada?. Intentan pasarse al largometraje y muchos de ellos tienen que salir fuera para rodar sus películas. Muchas veces me pregunto por qué una industria que se presupone, protege el cine español, olvida a esa gente que empieza con pequeñas historias de 10-15 minutos y dejan que se marchen allí donde los reciben con los brazos abiertos. ¿Cómo lo veis vosotros? ¿Tan elitista es el cine español?

Ni idea. Puede, como decíamos, que “lo exótico” atraiga, y lo exótico es siempre lo que viene de fuera. Es exótico Guillermo del Toro dirigiendo una película en España, tal como debe resultarle a los norteamericanos exótico que J.C. Fresnadillo dirija una película para ellos. En cualquier caso, está bien que existan estos “movimientos migratorios” siempre y cuando la persona que hay detrás se lo merezca y dé como fruto buenas películas. Y, en el caso de Fresnadillo (por seguir con el mismo ejemplo) se lo merece, pues ha demostrado ser uno de los mejores realizadores nacionales y un excelente narrador. De todos modos, hay algo muy importante y que nos llevaría páginas enteras. Me refiero al concepto “industria”, algo que en España no existe para nada. No es cierto eso que oímos a menudo de que “el cine español está en crisis”. No es verdad en tanto en cuanto una película española ya está pagada de antemano por subvenciones antes de estrenarse. Salvo reducidísimos casos, no hay productoras en España que apuesten y arriesguen por un producto, tal y como lo hacen en otros países. Una productora no da el pistoletazo de salida a una producción hasta que su coste no está completamente cubierto. Una película española es, en la mayoría de los casos, el beneficio de salida de una o varias productoras que acumulan varios millones antes del estreno. Poco importa si luego la película se mantiene o no en cartel, los “inversores” ya han ganado su dinero. Esto lo podemos comprobar si analizamos la cantidad de películas españolas con argumentos e historias insufribles que nadie entiende cómo han podido ver la luz en la pantalla y que permanecen dos o tres días en cartel.

Una pregunta que siempre me he hecho y por la que tengo una enorme curiosidad. ¿Es fácil rentabilizar económicamente un cortometraje?

No. La distribución de un corto siempre es la tarea más ardua. Hay que apuntar bien, no puedes empezar a enviar la película a diestro y siniestro por festivales de todo el mundo o te arruinas. Para seguir distribuyendo es necesario ganar premios y poder costear los gastos que la propia distribución acarrea. No es nada fácil. En ese sentido, se agradecen los servicios que ofrecen grupos como “Freak” o “Lolita Peliculitas” distribuyendo los cortos. Ahora bien, esto comporta un coste que hay que asumir de una forma u otra.

Yo siempre he creído que la mejor manera de promocionar los cortometrajes más allá de los festivales o televisiones públicas, es ofrecérselos al espectador antes de una película en las salas. Y lo cierto es que se podría hacer, realmente no hay ningún problema, pero entonces… ¿Por qué no se hace? No se puede hablar de tiempo entre sesión y sesión porque es tan fácil como adelantar las proyecciones 20 minutos. No se puede hablar de temas económicos porque la proyección se puede hacer junto a una película determinada mediante acuerdos con las distribuidoras. ¿Por qué creéis vosotros que no le dan vía libre o incluso establecer por ley llevar a cabo una medida como esta?

Opinamos igual. Sería estupendo para que se vieran los trabajos de los cortometrajistas en las salas. Quizá con algún tipo de criba porque se hacen trescientos mil cortos al año y no todos de suficiente calidad, pero desde luego que habría que apostar por este tipo de medidas. El corto está considerado un formato menor, en ocasiones hemos escuchado en alguna entrevista a alguien que ha dicho que se trata de otro género. Eso en mentira, el corto es simplemente un formato diferente al largo, que implica menor duración. Punto. Los géneros son los mismos y las posibilidades de cautivar a un espectador son las mismas. ¿Por qué no se hace? Ni idea. Durante un tiempo estuvimos mirando la posibilidad de poner cortos en las terrazas de cine de verano. Parece que a los ejecutivos les da pánico que se “dilate el tiempo”. Vivimos en una sociedad donde el paso del tiempo implica pérdidas económicas. Antes nuestros padres veían dos películas por el precio de una porque no había esa sensación de “estoy perdiendo el tiempo”. Ahora, hasta a Tarantino y a Rodríguez les han separado sus películas perdiendo así la esencia de la “Sesión Doble” por cuestiones económicas. Si los distribuidores fueran más inteligentes, se darían cuenta de que el poner un corto como antesala al largo es un reclamo más para un espectador que está perdiendo la fe en el ritual de la sala de cine. Esto se ha hecho en salas especializadas como los Babel o los Albatros, en Valencia, y no se entiende por qué no se vuelve a promover. Iríamos más al cine. Lamentablemente el factor “tiempo” sí influye decisivamente en las decisiones de las salas de exhibición. Cuanto mayor tiempo de proyección menor venta de localidades por día y, sobre todo, menor venta de palomitas. No hay que olvidar que los mayores beneficios de las salas de cine comercial residen precisamente en la venta de palomitas y ésta sólo se produce en la entrada del público a la sala. Interesa, por tanto, más pases y menos tiempo de proyección.


Una última pregunta, ¿Qué proyectos tenéis a corto / medio plazo una vez finalice la postproducción de La Victoria de Úrsula? ¿Os planteáis la posibilidad de dar el salto al largometraje?

En ello estamos. Hacer un largo supone muchísimo esfuerzo y dedicación. Muchas personas creen que el corto es un trampolín para realizar tu primer largo. Esto no tiene por qué ser estrictamente así. Directores consagrados como Javier Fesser se pasan del largo al corto según apetencias o necesidades narrativas. En definitiva, hay que quitarle al corto el estigma de “menor” porque en la duración no está el gusto, sino en el propio gusto. En mi caso (Julio) dedico gran parte de mi vida al teatro, es algo de lo que, afortunadamente hoy, puedo vivir. No así con el cine. El mayor de los éxitos sería poder alternar teatro y cine de manera profesional. Mientras tanto seguiremos pidiendo a nuestros bolsillos para seguir contando nuestras historias.

Muchas gracias por vuestro tiempo y buena suerte con el cortometraje, estaremos muy pendientes de todas las noticias alrededor de vuestro proyecto.

Muchísimas gracias a vosotros por ayudarnos a promocionar esta película.

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